
Las semifinales de la UEFA Champions League están en marcha. Tanto el Etihad Stadium como en el Vicente Calderón, fueron testigos de dos cotejos que prometían, que en el guion se prestaban para ofrecernos platillos dignos de una noche de gala. La crónica en Manchester fue bastante amarga, pobre, exiguo. Un juego que prometía degustarse exquisitamente, terminó siendo agrio, acedo, sin sabor. El platillo fuerte se presenció en Madrid, en el mismísimo Calderón.
El fútbol es tan impredecible y sui generis, que, cuando menos te lo esperas, suele darte gratas o amargas -si eres el afectado- experiencias. Para hacer una referencia a lo que acabo de mencionar, retrocedamos unos días, cuando en Anfield, el Borussia Dortmund tenía la mesa servida para avanzar a las semifinales de la Europa League, pero, en la segunda parte, los pupilos de Jürgen Klopp lograron lo inimaginable; no solo empataron a los alemanes, sino que le dieron la vuelta al marcador después de ir 3-1 abajo, cuando todo parecía que había terminado para The Reds.
En los minutos de compensación (90+1), el defensa Dejan Lovren se eleva por los aires y con un soberbio remate de cabeza vence a Weindenfeller para darle el pase a las semifinales al Liverpool. Una historia, un final, un libreto, un guion, que ni siquiera el mejor productor de cine en Hollywood pudiera escribir. El final de la historia ya todos la conocemos. El punto es que, en el fútbol nada está escrito desde el silbatazo inicial hasta el final, y queda claro que cuando la pelota rueda, nada está escrito y todo puede pasar.
¿A dónde quiero llegar con esto? Simple; el fútbol que desarrolla el Atlético de Madrid puede no gustar a muchos, no ser vistoso, ni brillante, ni estético, como el de los otros tres que protagonizan las semifinales de la Champions League.
El sistema e ideología futbolística de Diego Simeone (sobra decir que es defensivo) le ha dado resultados; marcha primero en la Liga junto al FC Barcelona con 82 puntos y está en la pelea por el título a falta de tres jornadas para que termine la temporada. Mientras que en la Champions, ya eliminó al actual campeón de la Eredivisie en los octavos, al PSV; y dejó en el camino al actual campeón de la Champions League en cuartos, el Barcelona. Ahora está a 90 minutos de suprimir al campeón de la Bundesliga en semifinales, el Bayern.
Es decir, el ‘Cholismo’ ya es una realidad; efectivo, ponderando la garra la lucha y defender a capa y espada con el cuchillo entre los dientes cada pelota. Muchos podremos criticarles sus doctrinas, pero el fin justifica los medios. Curiosamente, el Atlético de Madrid fue el único equipo que anotó en las semifinales. Cosas inexplicables, que rompen cualquier pronóstico. Estos son uno de los muchos caprichos que nos brinda el fútbol.
Hoy más que nunca, el “catenaccio” creado por el suizo Karl Rappan a finales de los años 30, sigue vivo y siendo efectivo, gracias a Diego Pablo Simeone.
Me voy, pero regreso el próximo fin de semana. Reciban un cordial y afectuoso saludo.
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