De forma drástica Arandas ha dejado de ser un pueblito bonito de calles limpias que se limpiaban desde temprano. Era difícil encontrar basura en las calles, pues en verdad era un pueblito bonito, pero la modernidad y el desarrollo fueron cambiando de forma abrupta la cultura local no solo para convertirnos en una ciudad dinámica y progresista, sino también para dejar de lado tradiciones alineadas con una cultura de la limpieza y el cuidado del entorno.
Falta mano dura contra quienes de manera recurrente tiran la basura en la calle o la dejan amontonada en una esquina sin importar que, entre perros callejeros, vehículos, el aire y algunas personas que por gusto la patean, varias partes de Arandas se conviertan en basurero.
Hace falta un reglamento con sanciones severas para quien tiene esa práctica de abandonar en las esquinas o en los lotes baldíos desde muebles, televisores, botellas, papeles, pañales desechables y cualquier tipo de basura, porque es lógico que el camión recolector de basura y sus empleados solo se llevan las bolsas que deja la gente, pero no ese tipo de artículos abandonados y mucho menos recogen la basura regada.
Este no es un tema de clases sociales o económicas, sino una generalidad de las personas acostumbradas ya a tirar la basura en el lugar menos apropiado.
Como prueba basta ver los contenedores de las plazas de Arandas, que fueron colocados para que los peatones tiren la basura que llevan en sus manos cuando compran algo, pero aquí se toman como si fuera el contenedor de basura que recibe la de las casas y negocios, lo que ocasiona que en plena plaza los contenedores estén totalmente llenos y se coloque basura en el piso al no caber en el contenedor. Es algo que se debe corregir de forma inmediata.